Una de mis intenciones es que en cada contacto con cada paciente, desde su llegada hasta su salida, se sienta el regalo de una experiencia sagrada.

Lo sagrado cuenta con 2 cualidades, según Charles Eisenstein, cada humano es único y en cada interacción hay un sentido de conexión.

Para mí un servicio de salud debe revivir estas cualidades en cada persona y relación. Sólo así podemos colaborar para crear salud, bienestar y vitalidad de acuerdo a los sueños creativos personales de cada uno de nosotros.

Que los humanos seamos seres sociales ya no es sólo un conocimiento de antropología y ancestría, hoy es una realidad demostrada en numerosos estudios clínicos.

El pronóstico de recuperación, duración e intensidad de síntomas está altamente correlacionado con el apoyo comunitario que tenemos.

Otro sin fin de regalos que ofrece la convivencia: disminución de ansiedad, depresión, demencia, problemas gastrointestinales, cardiovasculares, recuperación post-quirúrgica y longevidad saludable, entre otros.

Cada acto que realizamos con nuestro cuerpo afecta a la Tierra, y cada acto que realizamos a la Tierra afecta en nuestro cuerpo.

Consideremos las propiedades nutrigenómicas de los alimentos vegetales (fitonutrientes), o los enormes beneficios de los alimentos animales de ganado alimentado en pastizales o de granjas regenerativas.

No sólo somos lo que comemos, sino también lo que comieron nuestros alimentos y no sólo nosotros recibimos los máximos beneficios de la alimentación consciente… la Tierra también recibe esto de vuelta.

Somos parte de una enorme red, macro- y microscópica:

Sistemas biológicos del cuerpo, sistema de salud, sistema de alimentación, sistema de creencias, sistema social, sistema familiar, ecosistema… todos tienen un rol intrínseco y esencial en el desenlace de nuestra salud. Es vital contemplar esto para una comprensión integral de nuestra salud.

Creer que la medicina sólo trata de lo que hablamos médico y paciente es una visión reduccionista, y esta creencia nos dará resultados reducidos.